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actualidad

CRECIENDO EN SOLIDARIDAD

Alicia Mendoza · Voluntaria de APIR

Alicia-Mendoza-Martin

"CUESTA HACERSE A LA IDEA DE QUE PUEDES HACER MUY FELIZ A LOS NIÑOS EN TAN POCO TIEMPO"

• Nombre: Alicia Mendoza.
• Edad: 20 años.
• Es voluntaria desde: 2016.
• Profesión: Estudiante de Periodismo y becaria de prensa.
• Tareas en la asociación: Voluntaria en campamento urbano con niños y niñas de entre 6 y 12 años.

Alicia es una joven que realiza voluntariado en APIR. Desde 2018, viene desde Madrid para realizar su labor solidaria. En este texto cuenta su historia.

¿SOY ALGUIEN IMPORTANTE PARA ÉL?

Es por la mañana y esperas, no sabes a qué, pero lo haces. Ha entrado por la puerta, viene corriendo y, sin haberte percatado, se ha lanzado hacia ti en un salto mortal para que le abraces al vuelo. La primera palabra que se le ocurre es tu nombre. Te quedas paralizado, no de cuerpo, pero sí de mente. Asimilas que ha pronunciado tu nombre, con todas las consonantes y vocales.

Es un niño que se acuerda de ti, en este caso de mí, que ha saltado para rememorar ese último abrazo que nos dimos el año anterior, prometiéndonos que nos volveríamos a ver. ¿Cómo es posible que se acuerde de mí? ¿Soy alguien importante para él? ¿De verdad he podido dejar algún poso en este crío? Pero estas preguntas son para más adelante, retrotraigámonos 3 años atrás, cuando con diecisiete empecé a ser voluntaria.

Supongo que aquí es el momento en el que explico qué significa eso. Aunque pueda sonar demasiado abstracto, para mí el voluntariado es algo intrínseco, una parte de mí que no puedo desprender, algo que ya forma parte de mi naturaleza. En los dos años que llevo con APIR, poco a poco me he ido aproximando a ser voluntaria, he crecido mucho, me he ido redescubriendo, he mejorado como ser humano y mi mente agradece estar concienciada política y socialmente.

También supongo que en este punto explico por qué me hice voluntaria y os animo a que lo hagáis. Empecé –a lo que antes llamaba “experiencia”– por el puro egoísmo, por pensar que era algo con lo que pasar el rato y, sin embargo, se convirtió en un modo de vida. Y que quede claro, si os embarcáis, dejad lo de la “experiencia” atrás. No os acerquéis a eso, no lo intentéis, no os impostéis. Un voluntariado reúne demasiados sentimientos y emociones para considerarlo solo una experiencia más a sumar. Estar en APIR te lo recuerda sin necesidad de darte un golpecito en la espalda, porque aprendes lo que es el compromiso, la ayuda, la amistad y la verdad. Hay sentimientos que te afloran y que no sabrás cómo denominarlos. El voluntariado es sobre todo responsabilidad, pero cuando lo sientes dentro de ti, todo fluye y va de la mano.

Y ahora que llego al final de este texto, volviendo a las preguntas del principio, cuesta hacerse a la idea de que puedes hacer muy feliz a los niños en tan poco tiempo. Son hechos que todavía no entran en mi cabeza, pero que, si piensas, comprendes que ellos agradecen verte de nuevo porque saben que les importas, que has pensado en ellos durante el tiempo sin veros y que esperas con impaciencia el salto inesperado que hará posible vuestro reencuentro.

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